Las Navidades pasadas.

mazapán Miquel Ruiz

Las Navidades pasadas.

Diciembre empieza y cómo no, pensamos en las odiadas o queridas navidades. Hace unos días paseaba con Miquel por un mercado entre puestos de árboles, belenes y adornos navideños, sin querer piensas en cómo han cambiado las navidades, mi memoria sin apenas darme cuenta me había trasladado de repente a la España de los años 70.
En mi casa, una familia humilde y trabajadora, aprovechábamos el puente de la constitución para poder montar el belén y el árbol, en conjunto y armonía. Siempre empezábamos con el árbol, ese el cual se mantenía guardado todo el año en una vieja caja de cartón con grandes tiras de cinta de embalar y al que se le adherían cada año más hojitas del propio árbol, por lo que como se puede deducir, cada año lo teníamos más “pelao”. La reflexión de mi madre era que esta serían sus últimas navidades en tenerlo, que en el siguiente año compraríamos uno de verdad. Pese a todo, con ilusión lo cargábamos de espumillón, desenrollábamos las lucecitas qué por supuesto ese año había una menos en funcionamiento, poníamos las bolas, que estas sí duraban, ya se podían caer que rebotaban como si nada y por último la estrella que hicieras como lo hicieras siempre se nos quedaba torcida. A continuación, le tocaba el turno al belén, con nuestras figuras que pasaban de mano en mano, sobretodo el caganet que se pasaba las fiestas de sitio en sitio, su rio de papel albal, sus casitas, el cielo y algún artículo nuevo que se añadía cada año.
Y con todo en la familia ya se sentía la Navidad, muchos atardeceres nos preparábamos para dar paseos entre las calles que iluminaban sus recorridos con grandes luces navideñas y a los más pequeños nos costaba separarnos de esos grandes escaparates llenos de juguetes, que a sus Majestades los Reyes Magos nunca les venían a bien dejarlos en casa.
Pero aún nos faltaba lo mejor de las navidades, llegaba el 22 de diciembre, no por la lotería que nunca toca pese a que la ilusión continua, ese día llegaban dos personas maravillosas, mis abuelos.
Benditos abuelos, emigrantes en Alemania aterrizaban en nuestra casa con sus maletas marrones acartonadas llenas de tesoros; chocolates, mazapanes… Ahora sí era Navidad.
En una fracción de segundo se pueden recordar tantas cosas, por eso aprovechando este recuerdo de mi niñez recupero mi belén, para hacerlo un poquito, también, vuestro en nuestra casa El Baret, vuestra casa, Feliz Navidad.

Puri Codes.

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